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Aprendamos a cambiar nuestra forma de pensar


Según un estudio realizado por McKinsey en el 2017, la automatización podría impactar el 52% de las ocupaciones en el sector privado de Costa Rica. Esto quiere decir que actividades que realizan personas podrían ser realizadas por un robot o computadora, sin que haya necesidad de interacción humana.

Cada día la tecnología forma parte indiscutible de nuestras vidas, pero no siempre nos preguntamos si el trabajo que realizamos podría ser sustituido por una máquina, y más aún si podemos hacer algo para evitarlo.

Según el neurocientífico Facundo Manes, es un hecho que muchas actividades que realizamos los seres humanos -especialmente aquellas muy repetitivas- podrán ser cada vez más, ejecutadas por la tecnología. Sin embargo, Manes también indica que aquellas que tienen que ver con las habilidades sociales y emocionales del ser humano serán las que difícilmente podrán ser sustituidas.

Esto es muy importante no solo por el hecho de cuestionarnos hacia que tipo de actividad estamos enfocados, sino también, si estamos aprendiendo o desarrollando esas habilidades emocionales que nos diferencian como seres humanos.

Claramente las habilidades analíticas son necesarias para las organizaciones y para resolver problemas, sin embargo la gestión de emociones, de egos, el sentido del humor, la habilidad para conectar con otros, la inteligencia emocional, marcan una diferencia muy grande entre una persona que solamente analiza y otra que puede hacerlo y además conectar hábilmente con otros.

Nuestro cerebro posee una gran plasticidad, es decir la habilidad de seguir moldeándose a lo largo de la vida. Entonces, si nuestro cerebro lo permite, lo importante es querer hacerlo. El querer seguir aprendiendo es una decisión, que implica esfuerzo y cuanto más procuramos hacer algo que es más difícil, es más retador para nuestro cerebro y por ende tiene más impacto en su desarrollo.

Hoy más que nunca, la evolución nos lleva a ser más seres humanos, a buscar cómo ir más allá de lo que hasta ahora nos ha funcionado.

Las empresas deben fomentar el desarrollo de estas habilidades no como algo complementario, sino como algo fundamental para poder seguir vigentes en el mercado. Los colaboradores por su parte, deben aprender que su conocimiento técnico y del negocio, tendrá un mayor impacto si potencian sus habilidades sociales y emocionales y esto requiere propósito y esfuerzo.

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